Soneto a la poesía

viernes, 27 de junio de 2008

 

Poesía, la belleza suprema
de todos los míos dulces días.
Poesía, la deliciosa crema
que ingiero, feliz, con mil alegrías.

En este blanco papel yo te invoco.
De la tinta salen raudas palabras.
Mi imitación, pobre, mi verso, loco.
Poesis* castiga, no esa puerta abras.

Mal hago, las sílabas he cambiado.
No dudo, ruin soy como poeta.
Rióme, que mala rima he hallado.

Lectores enseñadme la receta
de un poema, que ganara condado
o sea mas bien, mísera peseta.
______________
*Aquí hay una sinéresis para pronunciar poesis en dos sílabas poe-sis.

2 comentarios:

Chema dijo...

Hola Manuel.

Solicitaste mi consejo, y antes de seguir me gustaría decir que todo consejo, al igual que toda crítica, guarda una gran carga subjetiva.

Sobre todo en poesía. Y ahí radica el problema que desde mi perspectiva tienes. Estás muy apegado a la forma. Al método. A lo viejo.

Para mi la poesía no ha de ser otra cosa que la expresión de tu alma. De lo que en verdad llevas dentro. Luego ya perfeccionarás formas. Todos tenemos algo que decir. Todos tenemos dentro algo que echar hacia fuera. Algo que nos hace diferentes.

Y hoy en día es tal la libertad. Las posibilidades que tenemos de expresarlo. La poesía es perfecta por eso. Muchos dicen que la prosa es más sencilla, pero se equivocan. En la poesía está la perfección de la expresión escrita, porque se ajusta perfectamente a un mensaje, permitiendo desechar todo elemento externo.

En otro orden de cosas, recurres demasiado a lugares comunes. Belleza, dulces, musas, arte, etc. No sé. nada en la metáfora. Es la piedra angular de cualquier verso.

Y no sé qué más decirte. Sólo puedo aconsejarte que olvides todo lo leído. Todo lo aprendido. Todo lo estudiado. Y que intentes buscar en ti mismo. Porque la sinceridad es el cincel que labra los mejores poemas.

Un abrazo. y recuerda. Es sólo una visión de las cosas. Una sóla visión. Y no hay mejor perspectiva que la tuya propia.

fernando castro flórez dijo...

querido Avendaña, no desista de su amor por lo antiguo que, en el fondo, lo nuevo no es más que el odre donde macera aquello que aspira a devenir clásico. Pero, sobre todo, no olvide, ni en sueños, lo leído so pena de pensar que la escritura viene como el maná del cielo. Pienso, en contraposición a Chema (comentario precedente), que no hay otro modo que el que impone la forma o, para ser más preciso, la forma es el contenido mismo. Por tanto, dale con furor pero con pausa a las rimas y las metáforas sin por eso eludir el riesgo de lo desconocido. Ahora, lo importante, Avendaña NO PUEDE convertirse, como Macbeth, en el "asesino del sueño". A dormir, figura, cuanto antes y a descansar de los calores y de los furores maniático-poéticos no sea que la sesera se reblandezca hasta ser muselina postmoderna.