martes, 26 de mayo de 2009

2 comentarios  

Con las horas sobre las manos.
Así cansaste las palabras,
así cruzaste un cristal que no era el tuyo.
Así olvidaste que la luna era un problema.

Así cruzamos un cristal que era el nuestro,
yo y el que fui.
Así viste la luna blanca
y los soles,
no.

El ciego arrastra el tejido de las horas marchitas.
Hubo una luna que te nombró,
cuando los dioses no otorgaron
el primer verso.

Enteramente

domingo, 24 de mayo de 2009

0 comentarios  

La palabra en la que entramos enteramente
conoce el tiempo y sus noches.
Hundiste profunda tu daga en su juego,
ahora la desenvainas,
creiste decir adiós,
al que te da la bienvenida
te la da en las ventanas que eligieron tus ojos,
te la da cortante.

Y en la habitación,
hay un asiento que te da la bienvenida.
Aquel en el que entré,
enteramente.